EL PLÁCIDO SEPTIEMBRE EN BECEITE
SEPTIEMBRE MES DE TRANSICIÓN
Septiembre, como buen mes de transición, recoge quizá lo mejor de las dos estaciones en las que se ubica; el final del verano nos brinda días aún con abundante luz y calidez diurnas en las que disfrutar de las aguas cristalinas con placidez, y el inicio del otoño es una auténtica fiesta para los sentidos, con las primeras pinceladas de amarillos, ocres y rojizos de los bosques, un incomparable aroma a frescura en los montes todavía llenos de vida y el regalo de frutos silvestres al alcance de todo caminante y para deleite de cualquier paladar.
Quienes puedan gozar de unos días de tiempo libre y vacación en septiembre, encontrarán en Beceite un destino extraordinario. Y Casa Ombrieta, con su espléndida distribución de espacios y confortables comodidades como sus estupendas terrazas sobre el mismo río Matarraña, ofrecerán al viajero un lugar de charlas, lecturas o cenas deleitándose con el fluir de las aguas, y con espléndidas vistas al pueblo y a la cascada del Toll de Rabosa, en la que podrá darse aún los últimos chapuzones del verano.
Es, así este septiembre Beceitano, un tiempo de paseos inolvidables, tan largos o cortos como se deseé y para cualquier condición física y familiar, las excursiones hasta el final de los estrechos del Parrisal y del Regatxol serán de menor dificultad debido a una mayor disminución del caudal de las aguas que los recorren, y cualquier ruta a pie será más placentera con la suave brisa que sucede al abrasador verano; tiempo de trayectos en kayak o canoa, y juegos en las balsas con toboganes en el embalse de Pena, jornadas de baños en ríos y pozas ya menos concurridos que en los días de máximo calor y afluencia estival.
Si hubiera que elegir un solo mes entre los doce del año, septiembre sería uno de los más demandados, pues posee casi todo lo que se le pueda pedir a la sabia naturaleza, elevado a su máximo exponente en Beceite por su temperatura agradable, ambiente relajado, cientos de frutos silvestres, colores y aromas que quedarán para siempre en la memoria de quienes hayan acudido a visitarlo.
Podría decirse que el septiembre beceitano cura con su serenidad almas y cuerpos, nos alivia de recientes rigores estivales y nos aclimata y prepara para afrontar los ya cercanos frescos días del otoño.